Un ensayo con mucha historia

Hoy no vamos a hablar de nuestra última actuación con motivo de la fiesta local del día de la Virgen. Vamos a comentar brevemente el ensayo previo, que fue algo especial. ¿Por qué fue especial? Pues porque ese viernes nos reunimos en un lugar único, una de las maravillas de nuestro pueblo: el Salón de los Trinitarios (¿o templarios?). Los que sois de Estadilla ya sabéis dónde se ubica, en el edificio que acoge la residencia de ancianos. También sabéis que hubo un tiempo no muy lejano, del que muchos nos acordamos, que era la «bodega» del antiguo cuartel de la guardia civil. Y también recordaréis las ruinas de la iglesia Pilatos anejas al conjunto que desaparecieron para hacer una central de teléfonos. Decisión que habrá de quedar en los anales de nuestra historia como uno de los momentos más gloriosos. Bueno, no vamos a llorar ahora, pero esperamos que tan lamentable suceso nos sirva de lección para el futuro.

Lo que ya no tenemos tan claro es por qué últimamente se ha dado en llamar al sitio «Sala de los Templarios», a raíz de su restauración. Este bautizo ha levantado cierta polémica en el pueblo. Hemos querido documentarnos un poco al respecto. La Enciclopedia Aragonesa, en la entrada Estadilla, dice que «tuvo la villa convento de trinitarios calzados». En la web de la parroquia (www.parroquiaestadilla.org) se  nos dice que el que fue el primer obispo de Ibiza, MANUEL ESTEBAN ANTONIO ABAD LA SIERRA, «nació en Estadilla el día 24 de diciembre de 1729 y confirmado en el 1730. Estudió gramática en el Convento de los Trinitarios». Y también que SAN JOSÉ DE CALASANZ «a los ocho años fue llevado por sus padres al pueblo de Estadilla para cursar un trienio de humanidades (gramática, retórica y poesía) bajo la enseñanza de los religiosos Trinitarios». Parece ser que hay más documentación que hable de trinitarios que de templarios.¿Alguien puede decir algo más definitivo?

El caso es que, por un día, allí que ensayamos. Cantamos bajo los arcos ojivales con piedras claramente marcadas por los canteros. Arropados por unos muros que ¿qué nos contarían si pudieran hablar? Fue una gozada.

No tenéis más que ver las fotos que nos hizo Marta. Las sopranos, aunque no se las ve, damos fe que también estaban.